23 de agosto de 2009

Y hoy, tras dos años y finalizado el contrato; vuelvo a mudarme a otro departamento.

Es distinto.

Es diferente.

Lo vivo como una primera vez que hago esto. Y lo es. 

Es raro empacar cosas, revolver tus cajones, fotos, papeles, ropa. Todo.

Todo eso que sos vos. (O al menos lo que eras?).

Esas cajas deben ser un 50% de lo que es uno.

El otro 50% está distribuido en el disco rígido de la compu y "en internet" jaja... entre cuentas de mail, google, facebook, historiales de chat y quién sabe...

(NOTA: ahora que lo pienso, menos mal... sino tendría que haber embalado como 80 cajas más)

De chiquito me encariñaba con las cosas; con las pertenencias. Me acuerdo un otoño que agarré una hoja seca del piso y la guardé. La quería tener para siempre. A los 8 años guardé las pilas gastadas de un juego en una caja; y las quería y respetaba porque habían durado mucho!!!. Y estuvieron en esa caja hasta que empezaron a oxidarse y me obligaron a tirarlas (claro; ese "óxido" era venenoso!!).

Y ahora de grande(?) ya no me pasa eso. Mi auto no lo quiero, es decir no me produce ningún afecto en particular, sólo es una cosa con ruedas que me lleva y me trae. Las entradas a cines de alguna ocasión en especial o algún boleto de tren de Francia son sólo papeles.

Y hasta lamento saber que no voy a "extrañar" mi primer departamento. El primer piso al que me mudé; donde tantas primeras veces de cosas tuve y tantas experiencias viví. Comprar platos, muebles, cuadros. Pasar tardes estudiando. Festejos. Independencia.

Lo dejo como si sólo fueran cuatro paredes.

Me llevo los recuerdos, que no ocupan cajas, que no ocupan bolsas ni bytes en el disco, ni banda ancha de la red.

Voy a extrañar su breve-sorpresivo-encantador aroma a (tu) café.